jueves, 19 de noviembre de 2015

martes, 17 de noviembre de 2015

ARTICULO DE OPINIÓN

"REDES SOCIALES"
Es innegable el beneficio que han traído consigo las redes sociales, en el aspecto de la enorme facilidad que aportan para la comunicación intercontinental y el traslado en tiempo real de la información. Pero en los últimos años han traído desordenes y hasta riesgos para los usuarios y para quienes los rodean. Por principio, las nuevas generaciones, cada vez están más obesas, no logran despegarse del asiento y siempre paran frente al monitor de su computadora, otros no despegan sus dedos de sus celulares y blackberrys, perdiendo no solo tiempo de interacción real con humanos, especialmente sus familiares, sino también postergando sus tareas y estudios por preferir seguir obsesivamente la menor tontería que aparezca en alguna de esas redes sociales, llegando en la mayoría de los casos a caer en la compulsión y obsesión, entonces se habla ya de adicción a las redes sociales. Esta enfermedad aumenta enormemente, y miles de personas pierden no solo  materias escolares, algunas el año escolar por completo e incluso el trabajo, cuando desatienden en su totalidad sus deberes por atender cualquier novedad en las redes, aunque sea algo totalmente absurdo.

Por otra parte, también aumentan los casos de jóvenes agredidos por otros usuarios, quienes los acosan y suben fotos o videos humillantes de sus incautas victimas, quienes las más de las veces, dan información privada a cualquiera que quiera interactuar con ellas,  sin pensarlo antes, y solo se enteran del video o foto, cuando otro conocido les manda la información. Es entonces que  se dan cuenta de su error, pero demasiado tarde: su imagen esta dañada y es casi imposible de borrar del Internet. Por eso es mejor usar las redes sociales, solo para lo que fueron hechas, pero cuidando no caer en la adicción ni descuidar los estudios. Pueden ser muy entretenidas, pero al final, existe el mundo real, y para sobrevivir en él se necesitan conocimientos reales, fuera de la realidad virtual.





GUIÓN TEATRAL


"LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS"

(Julio Ramón Ribeyro)

Escena 1

NARRADOR: Ésta es la historia de Efraín y Enrique, dos niños explotados  por su abuelo, Don Santos, quien mantiene un cerdo engordándolo para venderlo, y son los niños quienes deben buscar la comida para el cerdo, Don Santos es un viejo de mal carácter que abusa de su poder por su pierna de palo.

Entra Don Santos a una habitación, de reducido espacio y dos camas. El espacio está ambientado con plásticos, cubetas, palos y algunos desperdicios.

DON SANTOS: ¡Arriba holgazanes! ¡Pronto, deprisa que ya amanece! (con su vara golpea levemente a los niños aun recostados).

EFRAÍN: Por favor abuelo, déjanos dormir un  poco más, aún no ha salido nadie.

DON SANTOS: ¡Flojos, eso son, unos flojos que no quieren trabajar, con que comeremos si ese cerdo no engorda! ¡Arriba he dicho! ¡Ni un minuto más!

ENRIQUE: Esta bien abuelo, ya vamos, espéranos un poco.

NARRADOR: Los niños deben levantarse muy temprano, a las cuatro de la mañana, cuando aún la gente no sale de sus casas, las beatas se dirigen a las iglesias, los noctámbulos caminan penosamente por las calles y los gallinazos sin plumas despiertan.

EFRAÍN: Enrique debemos apresurarnos, ya casi sale el sol.

ENRIQUE: ¿No estás cansado?

EFRAÍN: Si no vamos el abuelo nos golpeará con el palo, mejor vamos rápido. (Ambos niños salen de la escena con rostro de cansancio).

Escena 2

El escenario es una calle con botes de basura y los niños se encuentran recogiendo la basura, en los botes hay todo tipo de objetos.

EFRAÍN: ¡Mira, es una pera! como se nota que la gente de estos lados tiene mucha comida como para botarla así.

ENRIQUE: Si, pero nosotros no podemos darnos el lujo de botar nuestra comida.

EFRAÍN: Hace unos días oí al abuelo disfrutar un buen plato de comida.

ENRIQUE: Si, yo también, a veces pienso que no se preocupa por nosotros, casi no comemos nada, es más, creo que me voy a enfermar, me siento muy débil.

EFRAÍN: No hermano, no podemos enfermarnos, el abuelo se molestará mucho si no llevamos la comida para Pascual, ya viste que cada vez se está poniendo más grande y gordo.

ENRIQUE: Mira lo que me encontré, esta cajita me servirá muy bien para guardar cosas ¿no lo crees?

EFRAÍN: Si, creo que te servirá muy bien.

ENRIQUE: Ven, vamos al siguiente bote de basura.

NARRADOR: La vida no es muy justa para estos niños, a veces la policía puede echar a perder la jornada y todo está perdido, pues Don Santo los regaña si el cerdo no está satisfecho con la ración de desperdicios.

Aparece en la escena el policía custodiando las calles y de pronto ve a los niños hurgando la basura.

POLICÍA: Deténganse niños, no pueden estar aquí.

ENRIQUE: ¡Ahora que hacemos, la policía nos atrapará!

EFRAÍN: ¡Corre!

POLICÍA: ¡Alto niños! vuelvan aquí.

ENRIQUE: Señor policía (casi sollozando), por favor nonos lleve el abuelo nos golpeará con el palo sino llevamos la comida para Pascual.

POLICÍA: ¿Abuelo? ¿Pascual?, no deberían estar trabajando, los niños deben estar en la escuela, aprendiendo, no aquí recogiendo la basura.

EFRAÍN: Lo sabemos señor policía, pero el abuelo es quien manda.

POLICÍA: No niños, su abuelo no puede explotarlos, es contra la ley, él debe ir preso.

ENRIQUE: ¡No! vámonos Efraín.

Los niños salen corriendo de la escena el policía trata de seguirlos.

Escena 3

Don Santos los espera con el café recién preparado

DON SANTOS: A ver, ¿qué cosa me han traído? (husmeando en las cubetas) ¡Idiotas! ¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá de hambre!

ENRIQUE: Perdón abuelo, hoy nos atrapó la policía y tuvimos que dejar media calle sin recoger.

DON SANTOS: ¿Acaso son tontos para dejarse atrapar por la policía? ¡Esas son excusas para no trabajar, son unos flojos! hoy no habrá comida, a ver si así aprenden a hacer bien su trabajo.

Los niños se retiran a su cama llorando por la riña se su abuelo

EFRAÍN: Ya ves Enrique, hicimos que el abuelo se enoje con nosotros, no nos dará de comer hoy, nos moriremos de hambre.

Escena 4

NARRADOR: Así van transcurriendo los días de estos niños, la persona interesada en comprar a Pascual es un hombre gordo de muy mal aspecto, todos lo conocen simplemente como el carnicero.

VENDEDOR: Muy bien, muy bien, ya hay tres menos en la lista, esta semana me ha ido muy bien, debo revisar bien cada una de las casas, no se me vaya a olvidar alguna y el negocio se me echa a perder. ¡Valla, valla! se me olvidaba una, la casa de Don Santos, creo que iré la próxima semana, (riendo) ese viejo es como el diablo, no tiene piedad ni con su propia familia.

En el malecón  los niños buscan desperdicios para Pascual.

ENRIQUE: ¿Qué encontraste Efraín?

EFRAÍN: No mucho, solo algunas verduras a medio podrir, ¿qué encontraste tú?

ENRIQUE: Los perros dejaron rastros de comida por aquí, tal vez llene los cubos.

EFRAÍN: El abuelo estará muy feliz hoy, creo que el hombre extraño que iba a comprar a Pascual iba a venir por estos días.

De regreso a casa encuentran al comprador de Pascual con las manos manchadas de sangre.

VENDEDOR: Dentro de veinte o treinta días vendré por acá, para esta fecha creo que podrá estar a punto.

DON SANTOS: Muy bien, supongo que la paga será buena, mi querido Pascual está muy bien alimentado.

VENDEDOR: Claro que sí, por eso no debe preocuparse, si me venden un buen cerdo recibirán un buen dinero (se retira de la escena)

DON SANTOS: ¿Y ustedes que hacen escuchando ahí? Espero que se hayan esforzado, ya saben que Pascual debe engordar más para dentro de un mes, no debe dormirse en sus laureles, tienen mucho trabajo. (Toma las cubetas) ¡Bravo!, tendremos que repetir esto dos o tres veces por semana.

NARRADOR: Así pasaron los días, los niños, iban al malecón dos a tres veces por semana, ya eran parte de la fauna que allí yacía, los gallinazos y los perros buscaban entre la basura y dejaban ver ciertos desperdicios que eran aprovechados por los niños.

Escena 5

EFRAÍN: ¡Ha!

ENRIQUE: ¿Qué sucede?

EFRAÍN: ¡Me he cortado con un vidrio!

ENRIQUE: Está muy profundo, vayámonos a casa antes que los perros huelan la sangre

EFRAÍN: ¡Me duele mucho!

Llegan a casa, Efraín se apoya en el hombro de Enrique.

DON SANTOS: ¿Que hacen aquí?, ¡vuelvan o les juro que esta vez no tendré piedad en la zurra que les voy a dar!

ENRIQUE: No abuelo, por favor déjalo descansar, se ha cortado la pierna con un vidrio y le duele mucho.

DON SANTOS: (acercándose a Efraín para analizar la herida) ¡Esas son patrañas! Que se lave el pie en la acequia y que se envuelva con un trapo.

ENRIQUE: ¡Pero si le duele!

DON SANTOS: ¿Y a mí? ¿Acaso no me duele la pierna? Yo tengo setenta años y aun trabajo ¡Hay que dejarse de mañas!

ENRIQUE: Por favor abuelo, déjalo que descanse, yo trabajaré el doble por él.

DON SANTOS: Muy bien, trabajaras por tu hermano, pero la ración será la misma o te cae una buena zurra, ¿entendido?

ENRIQUE: Si abuelo. (Toma las cubetas y sale de la escena)

NARRADOR: Al día siguiente Enrique regresa con un extraño acompañante.

ENRIQUE: Lo encontré en el muladar.

DON SANTOS: ¡Una boca más en el corralón!

ENRIQUE: No abuelo, no le hagas nada, tiene una buena nariz y sirve para encontrar comida para Pascual.

Don Santos meditando mira al cielo y sale de la escena con las cubetas.

ENRIQUE: Mira Efraín, te traje un amigo para que no te sientas tan solo.

EFRAÍN: Tú te llamarás Pedro ¿Y el abuelo?

ENRIQUE: (encogiendo los hombros) El abuelo no dice nada.

NARRADOR: El ambiente en la casa es tenso, y se percibe cierta preocupación, al día siguiente Enrique amanece enfermo.

DON SANTOS: No es posible, ¿ahora tú? Yo mismo me encargaré de esto (sale con las cubetas de la escena y luego regresa de mal humor)

EFRAÍN: ¿Qué pasó abuelo?

DON SANTOS: ¿Qué esperaban?, la pierna de palo no me deja caminar.

NARRADOR: Pasaron días muy angustiosos, Pascual no dejaba de gruñir, su hambre cada vez aumentaba más y nadie podía trabajar.

DON SANTOS: ¡Arriba, arriba! (golpeando a los niños) ¡A levantarse haraganes! ¿Hasta cuándo vamos a estar así?

ENRIQUE: Abuelo, yo iré pero no le hagas nada a Efraín, pie está demasiado hinchado.

DON SANTOS: Lleva todas las cubetas, quiero que estén llenas cuando vuelvas.

Enrique sale de la escena

NARRADOR: Enrique sale a buscar  comida para Pascual, pero el hambre del animal y la falta de bondad de Don Santos lo obligan a hacer un acto deshumanizado.

ENRIQUE: Efraín, ¿Dónde está Pedro?

EFRAÍN: (llorando) Pedro ha mordido al abuelo y él se lo llevó. ¡Se lo llevó Enrique!

ENRIQUE: (asustado) ¡Abuelo, abuelo! ¿Dónde está Pedro?

Don Santos permanece inmóvil mirando hacia el cerdo con cierta satisfacción.

ENRIQUE: ¡No! ¿Por qué? ¡Por qué lo has hecho abuelo? (enojado) ¡cobarde! ¡Voltea, voltea!

Enrique golpea al abuelo y este cae hacia el corralón.

DON SANTOS: ¡A mí, Enrique, a mí!

ENRIQUE: ¡Pronto Efraín, pronto! ¡El viejo se ha caído, es nuestra oportunidad para huir!

EFRAÍN: ¿A dónde?

ENRIQUE: ¡A donde sea, al muladar, donde podamos comer algo, donde los gallinazos!

EFRAÍN: ¡No me puedo parar!

ENRIQUE: Yo te ayudo, vayámonos.

En la calle se encuentran al policía

POLICÍA: ¿A dónde van niños?

EFRAÍN: Donde sea, nos vamos de aquí (se alejan)

POLICÍA: A veces la justicia tarda, pero llega.

NARRADOR: Los niños se fueron buscando un mejor destino y desde el chiquero llegaba el rumor de una batalla.

ARGUMENTO DE LA OBRA

"ARGUMENTO"

En el cuento"Los gallinazos sin plumas", el escritor Julio Ramón Ribeyro cuenta la historia triste de los niños huérfanos, Efraín y Enrique, que son vilmente explotados por ambicioso y cruel abuelo don Santos. El hombre de setenta años y con pie de palo explota a sus nietos pequeños para que consigan en latas o cubos alimentos podridos en el muladar para su engreído puerco Pascual. La ambición del abuelo es engordar al cerdo para venderlo a un buen precio. Un día, Efraín pisó un vidrio, cortándose la planta del pie y después tuvo fiebre. Entonces, Enrique trabajó solo en el muladar llenando los cubos de desperdicios alimenticios y cuando regresó al corralón, encontró un perro chusco y medio sarnoso y lo llevó para hermano Efraín. Un día llegó el invierno y Enrique se enfermó. El abuelo se preocupó mucho porque sus nietos se habían enfermado y no había nadie que trajera alimentos para el marrano. El abuelo se fue a la calle más de una vez para conseguir alimentos para su engreído Pascual; pero fracasando. Al cabo de unos días, el abuelo desesperado por los tremendos gritos que metía el Pascual de hambre, levantó a golpes a sus nietos para que fueran al muladar a recoger despedicios alimenticios. Como Efraín no podía levantarse, Enrique salió solo a la calle con dirección al muladar llevando los cubos. Al regresar al corralón con los cubos repletos de alimentos podridos, buscó a su perro y se dio con la ingrata sorpresa de que el Pascual devoraba a Pedro. Entonces, Enrique discutió con su abuelo; éste resbaló de espaldas y cayó al chiquero. Los hermanitos huyeron del corralón.Esta obra puede ser leída como una parábola expresionista: don Santos encarna al despiadado explotador, que no tiene escrúpulos en usufructuar la mano de obra de sus nietos, a cambio de una miserable comida y un precario techo. Solo le interesa el engorde de su cerdo, más que la alimentación y la salud de sus nietos, ya que lo primero le reportará ganancias, pues el animal tiene ya comprador, un hombre «con las manos manchadas de sangre». El único motor que mueve al abuelo es el lucro. En contraparte, los nietos representan al proletario explotado, y practican entre ellos altos valores como la solidaridad y la fraternidad. Por ello mismo se ponen de acuerdo y se complementan para huir de aquel infierno de vida, mientras que dejan al abuelo a merced del propio monstruo que ha criado, el cerdo Pascual, finalizando así la historia con un halo de ironía macabra. Sin embargo, se da también por entendido que los niños tendrán en adelante que valerse por si solos y sobrevivir en otra realidad igual de penosa, que es la vida en la ciudad. El relato es una crítica implícita sobre la pobreza y la explotación que sufren muchos niños en Latinoamérica y en ese sentido mantiene su actualidad.

PRESENTACIÓN

BIENVENIDOS A MI BLOG


ALUMNA: Kimberly Pamela Cueva Quispe
GRADO: 4º"B" de secundaria
CURSO: Comunicación
PROFESORA: Narela Sánchez
COLEGIO: Institución Educativa Nuestra Señora de Lourdes
AQP-Perú
2015

ARTICULO DE OPINIÓN

 "LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS"

“Los gallinazos sin plumas” es un cuento  escrito por Julio Ramón Ribeyro, cuya obra temprana se caracterizó por retratar a los sectores marginales de la ciudad. En esta oportunidad,  hablaremos de la explotación de menores como tema central del cuento que mencionamos.
Ribeyro nos cuenta que Efraín y Enrique, quienes forzados por su abuelo don Santos, deben registrar diariamente los basurales, seleccionar el resto de comida para alimentar al cerdo Pascual. Así el cerdo Pascual va convirtiéndose en un monstruo insaciable al que todo parece poco; sin embargo, como consecuencia de su extenuante trabajo, tanto Efraín como Enrique caen enfermos y deben guardar reposo. El abuelo, sin embrago,  los envía a buscar comida a basurales, pese al delicado estado en el que se encuentran.
Hoy en día este problema aún está vigente: familiares y hasta los propios padres envían a sus propios hijos de 7 u 8 años o mayores de 14 ó 15 a trabajar, en vez enviarlos a estudiar .Trabajan para  ellos y ayudan a la economía familiar. Hay abuso de autoridad y explotación de menores ya que el niño tiene derecho a estudiar, a la educación y al cuidado.
En este cuento es solo un ejemplo de ello. El abuelo obliga a trabajar duro a sus nietos mientras el solo descansa: Julio Ramón Ribeyro nos hace dar cuenta de este abuso hacia los menores.
En conclusión, el cuento “Los gallinazos sin plumas” es la denuncia del abuso y la explotación que sufren los menores, sobre todo de quienes viven en los lugares marginales, los de bajos recursos económicos, los que viven en extrema pobreza.Para terminar, recomendemos leer “Los gallinazos sin plumas” y evitar cualquier abuso, porque esto genera un daño a la persona que lo sufre.

sábado, 14 de noviembre de 2015

BIOGRAFÍA

"JULIO RAMÓN RIBEYRO"

(Lima, 1929 - 1994) Escritor peruano, figura destacada de la llamada Generación del 50 y uno de los mejores cuentistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

Realizó sus estudios escolares en el Colegio Champagnat de Lima, para posteriormente ingresar a la Universidad Católica del Perú (1946), donde siguió estudios de Letras y Derecho. Abandonó los estudios jurídicos en 1952, cuando se encontraba en el último año de la carrera, al recibir una beca para estudiar periodismo en Madrid, adonde se trasladó en noviembre del mismo año.

En julio de 1953, y después de ganar un concurso de cuentos convocado por el Instituto de Cultura Hispánica, viajó a París para preparar una tesis sobre literatura francesa en la Universidad La Sorbona, pero de nuevo decidió abandonar los estudios y permanecer en Europa realizando trabajos eventuales, y alternando su estancia en Francia con breves temporadas en Alemania (1955-56, 1957-58) y Bélgica (1957).

En 1958 regresó al Perú, y en septiembre del año siguiente viajó a la ciudad de Ayacucho, para ocupar el cargo de profesor y director de extensión cultural de la Universidad Nacional de Huamanga. En octubre de 1960 regresó a Francia. En París trabajó como traductor y redactor de la agencia France Presse (1962-72). En 1972 fue nombrado agregado cultural peruano en París y delegado adjunto ante la UNESCO, y posteriormente ministro consejero, hasta llegar al cargo de embajador peruano ante la UNESCO (1986-90).

Hacia 1993 se estableció definitivamente en Lima. En su país fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura (1983) y el Premio Nacional de Cultura (1993), habiendo sido galardonado también en 1994 con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, uno de los galardones literarios de mayor prestigio en el ámbito cultural hispanoamericano.

Ribeyro es un narrador perteneciente a la Generación del 50, un grupo de escritores que buscó una renovación en la narrativa peruana, y que tuvo como tema preferente la descripción de los cambios producidos en la sociedad limeña, que comenzaba a sufrir por esos años un acelerado proceso de modernización.

Considerado uno de los mejores cuentistas hispanoamericanos, entre los volúmenes de cuentos que publicó destacan Los gallinazos sin pluma (1955), Cuentos de circunstancias (1958), Las botellas y los hombres (1964), Tres historias sublevantes (1964), La juventud en la otra ribera (1973) y Sólo para fumadores (1987), que fueron reunidos en las recopilaciones La palabra del mudo (4 vols., 1973-92) y Cuentos completos (1994).

El espacio acotado por el autor es el de una burguesía limeña empobrecida, aunque incursiona a veces en ambientes marginales, manteniendo el esquema básico de la expectativa frustrada de los personajes, burócratas, seres grises y olvidados, sin voz, víctimas de la trama cruel de la expansión urbana y de una incipiente modernización. El trasfondo de estos relatos, a juzgar por la intención del narrador, es mostrar el fin del orden aristocrático en manos de una burguesía pragmática y vulgar.

En sus cuentos se percibe una constante argumental cíclica: el examen del entorno social y humano, que ratifica la certidumbre del fracaso de cualquier empeño; sus personajes, al final de cada historia, se encuentran siempre enfrentados a la frustración. Construyó así un mundo de poderosa coherencia interna, un universo dominado por un profundo escepticismo y un fatalismo derivados de la observación de la realidad. Este supuesto sustenta la sólida lógica interna de su cuentística, aun cuando es posible encontrar en ella matices de intensidad y tono. Cabe agregar que cultivó también relatos de corte fantástico, de excelente factura, pero que componen un conjunto menor.

Las fuentes literarias de Ribeyro se encuentran en los cauces del realismo del siglo XIX, y especialmente en la escritura de G. de Maupassant. A eso se debe, probablemente, que nunca se haya esforzado en ocultar una abierta preferencia por la concepción tradicional de la estructura y el lenguaje narrativos. Dueño de un estilo austero, calificado como tradicional por su afinidad con los modelos clásicos, evitó las técnicas experimentales de la novela moderna. Sin embargo, pese a este aparente conservadurismo formal, sus cuentos fueron una contribución decisiva para consolidar el paso de la narrativa indigenista a la narrativa urbana en el Perú.

Aunque es más conocido por sus cuentos, publicó también tres novelas. La primera de ellas, Crónica de San Gabriel (1960), es la más lograda y se encuentra ambientada en una hacienda serrana, cuyos personajes reproducen el sistema de explotación, injusticia y violencia de la sociedad peruana de mediados del siglo XX. Su siguiente novela, Los geniecillos dominicales (1965), desarrolla el tema del desencanto juvenil a través de las vivencias de Ludo Totem, personaje en el cual descubrimos rasgos autobiográficos del autor. Cambio de guardia (1976) se aparta de las técnicas narrativas tradicionales usadas por el autor en sus obras anteriores para relatar la historia de un golpe de Estado militar que cuenta con el apoyo de la oligarquía peruana. En todas estas novelas el autor retoma los temas de sus cuentos, mostrándonos su visión escéptica de la vida y reafirmando su preferencia por los personajes marginales.

Ribeyro es también autor de Prosas apátridas (1975), conjunto de breves apuntes, digresiones y reflexiones sobre la actividad literaria, y de la serie de aforismos Dichos de Luder (1989). El ensayo y la crítica literaria están representados dentro de su obra por los artículos reunidos en La caza sutil (1976). Es autor además de ocho piezas de teatro (algunas muy breves), entre las que destacan Santiago, el pajarero, inspirada en una tradición del escritor Ricardo Palma e incluida en una recopilación de su Teatro (1975), y Atusparia (1981), que desarrolla en forma libre el tema del levantamiento armado encabezado por un alcalde indígena en la sierra peruana en 1885.

Según el mismo autor, sus obras de teatro son retóricas y discursivas, construidas más sobre la palabra que sobre la acción, lo que ha restado posibilidades a su puesta en escena. Durante sus últimos años de vida comenzó la publicación de su diario personal con el expresivo título de La tentación del fracaso, del que se han publicado los tomos correspondientes a los años 1950-1960 (1992), 1960-1974 (1993) y 1975-1978 (1995). Póstumamente se dio a conocer la correspondencia que mantuvo con su hermano, de la que se ha publicado un volumen bajo el título Cartas a Juan Antonio. Tomo I: 1953-1958 (1996).